Es una aventura 5 estrellas en un ecohotel espectacular. No es un hotel 5 estrellas como en una ciudad, es de madera y esterilla con un ambiente lleno de vida tanto de día como de noche: luminiscencia, peces de colores que brillan con una linterna, mantarrayas y monos divinos. Lo mejor, Francine, la dueña es una mujer de admirar.
Mi estancia fue por vacaciones, el personal y la dueña nos hicieron sentir en familia y disfrutar del sitio, su preciosa naturaleza. Realmente me encantó el hotel